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992.71.77
# Valdocco: Basílica de María Auxiliadora Via María Auxiliatrice, 32, Tno: (011)
522.42.53
# Mornese: Casa de espiritualidad M. Mazzarello 15075 Mornese AL. Tno.: (0143)
87.53.34
# Barcelona: Martí Codolar Avda. Card. Vidal i Barraquer 1. Tno.: 93.429.18.03
Tuve por entonces un sueño que me quedó profundamente grabado en la mente para toda
la vida. En el sueño me pareció estar junto a mi casa, en un paraje bastante
espacioso, donde había reunida una muchedumbre de chiquillos en pleno juego. Unos
reían, otros jugaban, muchos blasfemaban. Al oír aquellas blasfemias, me metí en medio
de ellos para hacerlos callar a puñetazos e insultos. En aquel momento apareció un
hombre muy respetable, de varonil aspecto, noblemente vestido. Un blanco manto le
cubría de arriba abajo; pero su rostro era luminoso, tanto que no se podía fijar en él
la mirada. Me llamó por mi nombre y me mandó ponerme al frente de aquellos muchachos,
añadiendo estas palabras:
- No con golpes, sino con la mansedumbre y la caridad deberás ganarte a éstos tus
amigos. Ponte, pues, ahora mismo a enseñarles la fealdad del pecado y la hermosura de
la virtud.(...)
Sin saber casi lo que me decía, añadí:
- ¿Quién sois vos para mandarme estos imposibles?
- Precisamente porque esto te parece imposible, debes convertirlo en posible por la
obediencia y la adquisición de la ciencia.
- ¿En dónde? ¿Cómo podré adquirir la ciencia?
- Yo te daré la Maestra bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio y sin la cual
toda sabiduría se convierte en necedad.
- Pero, ¿quién sois vos que me habláis de este modo?
- Yo soy el Hijo de aquella a quien tu madre te acostumbró a saludar tres veces al
día.(...)
En aquel momento vi junto a él una Señora de aspecto majestuoso, (...) la cual,
viéndome cada vez más desconcertado en mis preguntas y respuestas, me indicó que me
acercase a Ella y tomándome bondadosamente de la mano:
- Mira -, me dijo.
Al mirar me di cuenta de que aquellos muchachos habían escapado y vi en su lugar una
multitud de cabritos, perros, gatos, osos y varios otros animales.
- He aquí en donde debes trabajar. Hazte humilde, fuerte y robusto y lo que veas que
ocurre en estos momentos con estos animales, lo deberás hacer tú con mis hijos.
Volví entonces la mirada y en vez de los animales feroces, aparecieron otros tantos
mansos corderillos que haciendo fiestas al Hombre y a la Señora, seguían saltando y
bailando a su alrededor.
En aquel momento, siempre en sueños, me eché a llorar. Pedí que se me hablase de modo
que pudiera comprender (...). Entonces ella me puso la mano sobre la cabeza y me
dijo:
-A su debido tiempo todo lo comprenderás.