Sentido del Día

Sentido del día
2 Agosto

Sentido del día
4 Agosto

Una mañana como la que vamos a pasar, de visita a los lugares por los que correteó y se educó Juanito Bosco, intercaladas con reflexión personal, no nos puede dejar impasibles. Una vez rastreadas las pistas que Don Bosco dejó aquí, nos toca plantearnos nuestra propia historia, nuestros sueños. El objetivo fundamental de este día es encontrar la presencia de Dios en los acontecimientos de nuestra propia vida desde nuestra infancia, y a partir de ellos, ser capaces de descubrir y/o dar sentido a nuestra actual opción por los jóvenes.

El segundo momento importante del día, la celebración de la reconciliación, en el Templo superior, tiene sentido desde el trabajo de la mañana: asumir una opción de vida por el Evangelio. Pero ello implica recorrer un camino, a veces, no exento de traiciones al proyecto de Dios. Junto a la experiencia de sabernos amados, vivimos la experiencia de sentirnos vacilantes y frágiles. El estilo de vida de Don Bosco despierta interés y hace más creíble su fe, precisamente por fidelidad al proyecto de las Bienaventuranzas. En él se pueden captar unas actitudes, una orientación, una síntesis vital, una alegría, una fuerza interior que apuntan a un Dios Amor. Nuestra vida, como la suya, está en buenas manos. Dios nos acompaña.

Nos llevaremos un saquito con la tierra de Don Bosco. La tierra buena es aquella que da muchos frutos, tierra que esconde el esfuerzo de la siembra, la alegría de la cosecha, tierra fecunda. En el seno de la tierra es donde germina la semilla, y nosotros hemos querido venir al seno de la tierra salesiana, para que nuestra semilla y nuestra opción de vida por los jóvenes, llegue después a germinar en nuestras presencias.

Por último, la celebración de la luz, en la que nos uniremos los dos grupos del Campobosco, adquiere todo su sentido como culmen del día, tanto para los que están en Valdocco (Grupo A) como para los que han peregrinado a Chieri (Grupo B): su historia compromete la nuestra. Jesús nos ha elegido para continuar su misión salvadora, salvándonos a nosotros primero. Seguramente nuestros rostros aparecieran en aquel sueño de los nueve años.