El día de hoy es un día para detenernos en los primeros años de la misión de don Bosco como sacerdote. Sobre todo nos vamos a detener en la obra de los Oratorios, en aquellos años de búsqueda y creatividad. Los años del oratorio errante.

Don Cafasso había dicho a don Bosco cuando llegó a Turín: "Mira a tu alrededor, y haz algo". Esto ayudó al joven sacerdote que buscaba lo que Dios quería de él, y lo que le estaba preparando para su vida. Dios esperaba a don Bosco en las calles de Turín. En esas calles, Juan Bosco, recién ordenado, va encontrándose con los chicos que marcarán su vida y darán forma concreta a su entrega evangélica. Don Bosco descubrirá que esos "más necesitados" a quienes transmitir el amor de Dios, son los niños y los jóvenes, los pequeños obreros, aprendices y ladronzuelos de Turín, los que no tienen casa y los presos, ante cuyas fatigas y necesidades su estómago da un vuelco, por cuyos sufrimientos injustos se parte en dos su corazón.

Estamos, pues, inmersos en la gran encrucijada que marcará de por vida la existencia de Juan. Para él, la opción fundamental por el Reino queda expresada en una frase llena de valentía, radicalidad y sentimiento: "Os prometo que hasta mi último aliento será para vosotros." Y lo hizo. Y el Reino de Dios, o sea la felicidad para todos, se extendió entre el mundo de los jóvenes.